jueves, 23 de abril de 2009

Por que los hombres no preguntamos direcciones




Yo tengo una especie de maldición con las direcciones, cuando alguien se decide a darme indicaciones para llegar a su casa, para encontrar una institución, casa de la cultura, biblioteca, etc. Siempre me pasa lo mismo, me dicen “es imposible que te pierdas” y ¿qué creen que sucede? Pues al parecer para mí no hay imposibles.


Es curioso por que tengo una habilidad respetable de ubicación, con una sola vez que visite un lugar suelo volver a encontrarlo. Pero cuando me dan indicaciones me pierdo, creo que se debe a un serio problema de comunicación.


La peor de esas veces fue cuando me lancé unos días a Monterrey. En lo general le tengo miedo a las ciudades grandes, por una parte por que son bastante caóticas, por la otra, por que si te pierdes en una de ellas es imposible encontrar la manera de regresar al hotel donde te hospedas y terminas pagando por lo menos cien pesos a un taxista, que lo más seguro es que te va a hacer tranza (entonces terminarás pagando 150 o 200)


Pero esa vez andaba de aventurero, por eso cuando mi amigo me dijo: “no hay pierde, tomas la ruta 1 y le dices al chofer que te baje en la Clínica X, luego de ahí tomas la ruta 26 y te bajas en el segundo oxxo que veas, en la primer calle grande a la que llegues” pensé: “pan comido”.


Total, llegué a la parada correcta y observé un camión que iba a la dichosa clínica, subí y le dije al amable chofer que me avisara cuando llegáramos a la Clínica X. Me contestó muy amable que el me avisaba y confiado me senté en un lugar junto a la ventana a esperar. En ese momento me di cuenta que no tomé la ruta 1, sino la 128, pero pues si iba al mismo lugar, no debía de preocuparme.


Esperé a que me avisara, y esperé… y esperé, pero el amable chofer no decía nada. Cuando ya llevaba una hora en el autobús comencé a sentir pánico, ese miedo específico que te da cuando te das cuenta que no traes ni un varo como para perderte, que sabes que nadie te va a poder ayudar y que si contactas a tu amigo, sólo podrás decirle: “Ven por mí, tengo hambre y frío, ¿Qué donde estoy? Ah, pues aquí en donde hay un poste de luz y una calle”. Total, decidí que lo más lógico era esperar, total si ya estaba perdido, continuaría, tal vez hasta el final de la ruta para luego regresar.


Una hora, hora y diez, hora y veinte… hora y media, en ese momento tenía los nervios destrozados y sólo quería bajar y correr como loco. A cada segundo llorar parecía la única respuesta a mis problemas. En ese momento, como caído del cielo observo que estamos pasando por Soriana Fresnos, casualmente unos días antes mi amigo me dijo que vivía cerca de ahí, así que bajé apresuradamente y me sentí a salvo.


Mi amigo estaba en esos momentos con un grave dolor de espalda (al menos esa excusa uso para mandarme en misión suicida en búsqueda de su casa) por lo que le mandé un mensaje para saber a donde dirigirme. Me contesta, igual de sorprendido que yo (por estar en dicho Soriana) que no me preocupara, llegar a su casa era lo más fácil del mundo, simplemente tenía que tomar la calle donde estaba el Soriana “hasta el fondo, hasta donde se acaba la calle, ahí hay una mueblería, de ahí tomas la calle en dirección a la mueblería y adelante está la colonia donde vivo”. Ahora entiendo por que los de telcel decían que las cosas que no pudieras decir las mandaras por mensaje. Todo suena más bonito en un mensaje.


Primer problema, la calle en la que estaba Soriana no era una, eran tres… Soriana estaba en una esquina y además ocupaba una cuadra, por lo que tenía tres calles por las cuales dirigirme.


Segundo problema, ¿en qué dirección debía tomar la calle? (suponiendo que era la correcta)


Decidí recurrir a la lógica y evitar desesperarme, observando las calles y tomando nota de los detalles en estas descubrí que: La calle detrás de Soriana topaba con pared y en la otra dirección entraba en una colonia. Una de las calles más grandes, por donde circulaba el camión en el que venía, tenía un letrero donde señalaba la próxima salida a Nuevo Laredo (o sea que si no me hubiera bajado a tiempo, hubiera terminado a las afueras de la ciudad…) por el otro lado, no se le veía fin. La tercer calle, topaba con pared, entonces sólo tenía una dirección que tomar, pero se veía un gran baldío (probablemente muy peligroso).


Decidí que lo más sensato era meterme en la calle que se adentraba en la colonia, al principio iba confiado, decidido a llegar al final de la calle y encontrar la dichosa mueblería. Conforme avanzaba me encontraba gente que se veía poco amable. Todos me seguían con la mirada y a cada paso la calle se tornaba más y más oscura, por la sombra de los árboles. ¿Alguna vez han visto cuando el intrépido héroe decide entrar en el bosque embrujado? Ese bosque que cuando uno acaba de pasar la entrada se cierra creando una barricada con las ramas de los árboles. Precisamente así me sentí conforme avanzaba, sólo que en lugar de fantasmas allí había cholos. Tras un momento de intensa hombría miedo, corrí de regreso al Soriana Fresnos.


La calle grande, la que iba a Nuevo Laredo no parecía una buena opción, algo me decía que no era por ahí, pero siempre cabía la posibilidad. Decidí tomar la otra, la que topaba con pared de un lado y del otro tenía un gran baldío. Caminaba durante unos diez minutos y apenas conseguía ver el final del gran baldío. El pánico entraba por mi piel y mejor regresaba, decidido a que no era el camino. A los pocos minutos decidía volver a intentarlo, caminaba otros diez minutos, de nuevo me entraba el miedo (la zona en general parecía de mala muerte) y regresaba. Así estuve jugando por bastante tiempo hasta que volví a mandarle mensajes a mi amigo para que me dijera como llegar.


Ya te dije, sigues hasta el fondo de la calle y ahí encuentras la mueblería y de ahí está a dos patadas la casa, la colonia es Paseo de los fresnos. Y de nuevo, sin saber cual pinches era la calle. Total, oscurecía cada vez más (cuando llegué ahí era tarde-noche) y no había tiempo para dudar. Comencé a caminar por la dichosa calle del baldío. Hice caso omiso a los viejos feos que pasaban (mejor dicho, dones con cara de rateros) y caminé y caminé y caminé. Pasé el baldío y seguía una privada. No tenía a quien preguntarle direcciones, así que seguí caminando (a pesar de que mi mente me decía que regresara). Después de la privada seguía una zona residencial, medio pinche (pero mejor que el baldío, todo mejor que el baldío). De nuevo, la gente me miraba con desconfianza, pero ya no podía dudar.


Caminé aún más y la duda apareció de nuevo, había mucha probabilidad de que me dirigiera en la dirección equivocada y a cada segundo alejarme la casa de mi amigo. Tal vez incluso perderme (más de lo que estaba). Tomé un poco de valor y detuve a un taxi, le pregunté por la colonia de mi amigo y sí, iba en dirección correcta. El taxista se encabronó un poco al ver que sólo pedía direcciones, pero pues ni pedo, con 5 pesos no me iba a subir.


Total, que seguí caminando, al parecer por lo menos fueron tres secciones de una colonia. Por que para llegar al dichoso final de la calle, por lo menos pasaron treinta minutos (sin contar las pausas por el miedo). Pero por fin llegué y encontré la pinche mueblería. De ahí a caminar para la casa de mi amigo no fue mucho reto, tal vez sólo por que estaba completamente desierta la calle, no sólo de personas y automóviles, sino también de edificios.

Unos diez minutos después veo la colonia, con su bonito letrero, entro y en dos patadas encuentro la casa de mi amigo. Ya en su casa, me presentó a su esposa, me ofreció quedarme a dormir y todos bebimos té helado y fuimos felices.


Pero como les decía, esta sólo es una de las veces en que el famosísimo: “no te pierdes, segurito que llegas” me ha perdido. En esa ocasión fueron sólo 4 horas. 1 y media en el camión y 2 y media caminando (lo sé, hasta a mí me suena patético). Así que por favor, si me invitan a su casa, pues nada más tengan la consideración de salir a buscarme cuando esté perdido, tenga miedo, frío y hambre.


Datos curiosos:


Si no hubiera tomado la ruta “equivocada” lo más seguro es que seguiría perdido en Monterrey.

Cuando le dije a mi amigo que sus indicaciones apestaban me contesto: “Claramente te dije hasta el final de la calle, por que el final de la calle es el final de la calle”


Aquí (donde vivo) las calles se acaban a los diez minutos de caminar sobre ellas, en Monterrey, al parecer puedes caminar por horas sin encontrar el final de la calle.


Y sí, como dije antes, apenas traía 5 pesos en la bolsa. Ni siquiera unos 100 pesos para tomar un taxi que me sacara de tan horrible situación.


Por si lo dudaban, no, no vuelvo a seguir indicaciones. Por lo menos no en Monterrey (esto también aplica en el D.F. y Guadalajara).


Desde entonces estoy ahorrando para un GPS. O por lo menos un iusacel, con eso de que trae mapa integrado…


Envidio a la gente que tiene su Chevy C2. Si yo hubiera tenido un botón que al oprimirlo me dijera: “no estás perdido, sólo un poco confundido” Digo, por lo menos si no encuentras el camino a tu destino tienes psicólogo personal.

miércoles, 22 de abril de 2009

Bienvenida

Me gusta contar mi vida a las personas que se interesan en conocerlas, a las que no se espantan de mi apariencia. Desde siempre me ha gustado la oscuridad, los lugares frescos y privados, por eso me llaman Sombra (aunque los envidiosos luego digan que sombra es apodo de vieja). Dicen las chicas (locas) que mi naturaleza noctámbula, intelectual, reflexiva, las vuelve locas. Es como si siempre tuvieran algo que platicar y necesitaran alguien que las escuchara, en fin, así me he conseguido una que otra bonita.


Como ya dije me gusta contar mi vida, no por que me guste que todo el mundo se entere, sino por que la gente me lo pide, por que cuando escuchan mis anécdotas ríen y lloran (a veces hacen las dos cosas al mismo tiempo), por que dicen que soy interesante, por que casi siempre me dejan terminar de contar y por que siempre, pero siempre que cuento me invitan una cheve.


Si tu has caído aquí, probablemente buscabas sexo, chicas desnudas, porno de calidad, chicas semidesnudas, porno de baja calidad, porno amateur... Tal vez te decepcione saberlo, pero no es la intención de este blog (aunque si el público lo pide, buscaremos la manera de darles porno). La idea es contarles un poco de mí, que me acompañen mientras trato de hacer memoria y recordar que rayos hice el dia de ayer... Y ¿dónde diablos dejé mis llaves? ... Pero bueno, este es el primer post así que no den lata si no entendieron de que trata este blog. Ya después le agarran la onda.