martes, 30 de junio de 2009

El abandonado

Lo acepto soy mal bloggero, me paso días sin entrar por aquí y cuando por fin lo hago, suelto 3 o 4 post de madrazo para volverlo a dejar olvidado. Luego me pregunto ¿Y eso que tiene de malo? Ahora lo he descubierto…


Es lo peor, lo peor que puede hacer una persona que escribe y se publica. Hay otras personas y están pendientes de lo que tu haces, mediante el blogroll o simplemente dándole vueltas a tu página para ver que has hecho nuevo. Pero nooo, uno es demasiado egoísta y sólo piensa en su comodidad y en su inspiración. Así que no haces nada, sólo te dedicas a ver los blogs de los demás, visitar tus páginas regulares y cuando recuerdas que tienes un blog escribes dos que tres cosillas y lo dejas olvidado.


Ahora me arrepiento, por que he pasado días sin ver algo nuevo en los blogs que frecuento. Es cierto, estamos de vacaciones y la inspiración se muere, pero creo que no se vale, por que a todos nos dejan esperando. Es horrible la espera por un nuevo post de una persona que nos encanta como escribe. También lo es cuando por fin vemos que escribió algo nuevo y es algo del tipo: “Que se muera el mundo” o “puto el que lo lea”.


Bueno, ¿pero que pasa? ¿Por qué somos tan crueles unos con otros? Aprendamos a tener un seguimiento, una buena administración, vamos que subir algo a tu blog dos veces por semana no es algo tan difícil, ni tan tedioso. Yo en lo personal pienso comprometerme a escribir por lo menos dos veces a la semana. Por que estoy ganando lectores y no es justo que se queden sin saber quien soy yo. Es horrible enamorarte de las letras de una persona y que esta sea tan cruel para privarte de ellas.


No crean que esto es un mensaje del tipo “soy dios y no se preocupen, sigo aquí para ustedes”, es más bien una carta compromiso, donde te digo que si tú entras a mi blog y quieres leerme, tendré la decencia de publicar regularmente. Perdonen los lectores que me han estado esperando, aquí andamos a su servicio.


Nota: Un saludote a Stella que nos vino a visitar, además de que está muy guapa (me vale que tenga novio)

sábado, 13 de junio de 2009

Las tardes me gusta vivirlas en las calles




Soy una persona de gustos simples. Muchas personas son finas y elegantes y se emocionan con Vivaldi o con Peter Greenaway. Yo tengo algunos gustos finos, sobretodo en literatura, pero mi manera de disfrutar de ellos, creo que en ningún momento será elegante. En lo personal viví mucho tiempo en el ambiente de la imagen y el Bluff, en el que la gente prefiere no tragar, no vivir y no disfrutar, con tal de poder llevarse bien con otras personas que tienen más dinero que ellos. En fin, puros ricos y jodidos lamebotas de ricos que hacen que uno se harte de ese ambiente.


Por eso me volví más naco, más vulgar, más sucio y más alburero. Nunca me he arrepentido de esto. Bien me ha enseñado como tratar con la gente. Pero bueno, me estoy desviando del tema. El punto era que soy una persona de gustos simples. Me encanta tomar un buen libro y sentarme en medio de una plaza, un jardín, donde pase mucha gente (si me miran con desprecio, sé que estoy en un buen lugar) y entonces leer hasta que me duela el trasero de sentarme en el suelo. Eso generalmente lo acompaño de un buen cigarro, un té verde Arizona (que dicen que es Hecho en México…) o una coca-cola.


Pues bueno, yo siempre he querido creer que verme a mí en un lugar público, leyendo, fumando y bebiendo algo agradable; debía hacerme ver interesante como para que una chica (desconocida) se fijara en mí y se acercara a sacarme conversación y talvez terminemos teniendo algo chido. Hasta ahora, he confirmado que sí soy lo suficientemente interesante para llamar la atención, pero no para que se acerquen. Aún así, yo no leo por ligar, pero siempre me gusta probar y conocer personas que sean “fuera de lo común”.


Total que el otro día me fui al jardín del centro, con un buen libro, mi cajetilla y un café frappé. Me senté y me puse a leer de lo más lindo, mirando de vez en cuando alrededor. Las chicas pues no daban para más. Pasó uno que otro culito interesante, pero se les veía medio cabeza hueca (y no estaba de humor para cachar si era lo contrario). Una chica llegó a pedirles fuego a unos chicos cercanos. Fue curioso ver como tuvo que encender tres cerillos para poder empezar a fumar. Estuve tentado a prestarle mi encendedor, pero estaba muy cómodo. En fin, ahí se fue un buen faje.


Luego, se sentaron dos chicas a un lado mío, de hecho creo que llegaron antes que la chica encenderillo. Total que estaban platicando entre ellas. Que terminar la carrera de administración, que los chismes de otras viejas. Que la gente pendeja. Tenían un humor agrío y negro tan delicioso, que a ratos me distraían de mi lectura.

Una era gorda, güera, un tanto amorfa pero con unas facciones agradables. La otra era de complexión normal, le faltaban curvas, pero no estaba mal. Tenía una cara de pervertida que me encantó. Lo cierto es que las dos tenían las narices raras. Yo tengo una cosa con las narices. Puede gustarme todo en una mujer, pero si no me gusta su nariz… No me gusta la mujer.


Total estuvieron platicando mucho rato, entre eso. La chica delgada contaba que su madre trabajaba en una oficina y que su padre era mormón. Que un día el fue a predicarle la palabra. Y le gustó (ella). Así que volvió al día siguiente y al que seguía de ese. Se enamoraron y ella tuvo que esperar a que él se ordenará dentro de la religión mormona para que se casaran. Los padres de ella naturalmente se opusieron al matrimonio pues eran católicos. A la señora le valió madre y se casó con él. Y decía la chica, que llevaban 26 años de casados. O algo así.


Me quedé un buen rato, secretamente deseaba unirme a su plática, me sentí como si yo fuera parte de ella. Pero no quise romper la barrera entre ellas y yo. Por que si lo hubiera hecho no hubiera conocido esas historias, sino que se hubieran presentado ante mí (si yo les agradara) y nunca hubiera sabido la increible historia (que parece una telenovela) de sus padres. En fin, llegó el momento en que tuve que ir a comer. Fui por una rebanada de pizza por ahí. Regresé como a los 10 minutos y ya no estaban.


Tengo la sospecha de que estaban ahí por mí. Cuando me levanté pude ver como me observaron como con ganas de algo. Pero ni modo, el hambre es canija y ellas pasaran a la lista de “personas que hubiese sido genial conocer, pero nunca se dio”.


Como esa chica rubia de grandes pechos y actitud fresca… Pero bueno, esa es otra historia. Creo que necesito una mujer.

Exámenes Finales

En eso andamos y por eso casi no he escrito. Es curioso como me paso mucho tiempo sin hacer nada por que tengo exámenes. Pero ni siquiera es por que estudie. Es una especie de trance, entro en la etiqueta “tengo examen” y se bloquea todo. Veo mucha televisión, ando mucho en Internet, pero no hago nada productivo, nada que tenga que ver con el examen, ni siquiera algo que tenga que ver con lo que realmente me gusta.


Así estoy, cuando menos me doy cuenta, ya llevo dos semanas sin escribir. Es horrible. Quisiera tener un twitter, pero me daría mucha pena ver que también lo dejo vacío. Por eso a veces no quiero pensar y quisiera abandonar todo el blog y las revistas para sentir que no estoy fallando nada. Pero aparece el sentido del deber, la conciencia tormentosa y el siempre famoso gusanito de la inspiración que te dicen: “Sabes que tarde o temprano querrás escribir algo, si destruyes lo poco que llevas, nunca podrás darte a escuchar”.


Por eso seguimos por aquí, a pesar de los pocos comentarios. A pesar de no ser famoso ni tener una imagen agradable. A pesar de los bloqueos y de la falta de contenido. Estamos en un camino que elegimos y que queremos llevar hasta un final. Por eso, me gusta seguir posteando.